01 octubre 2011

Reivindicando a: John Cazale

Hoy me apetece hablar de un hombre record. Su temprana muerte le privó de una trayectoria más extensa dentro del mundo del cine, pero eso no quita para que lograra algo que nadie más ha conseguido en la historia del cine: todas sus películas fueron nominadas al Oscar como las mejores de sus respectivos años. Fueron sólo cinco apariciones, de las cuales tres se llevaron la estatuilla a casa. Y no solo eso. Dos de los directores con los que trabajó ganaron su respectivo Oscar dirigiéndole. Tres compañeros suyos ganaron el Oscar a mejor actor principal o secundario y nueve más consiguieron una nominación. Él nunca fue nominado a pesar de que sus compañeros no tiene más que palabras de elogio hacia su trabajo. Son números a la altura de los muy grandes de la historia del cine y sin embargo mucha gente no sabe ni quién es. Ni ponen cara a su nombre ni ponen nombre a su cara. Voy a tratar de solucionarlo. Este es John Cazale.

Sí, el que no sabes como se llama es John Cazale



John Cazale nació en Boston en 1935. Pronto supo que lo suyo era la interpretación y se entregó a ella en cuerpo y alma, pero como buen aspirante a actor que se precie, antes de llegarle el éxito tuvo que pasar por trabajos menos gratificantes como taxista o mensajero en Nueva York. Es en este último trabajo donde conoció a otro joven actor que se buscaba la vida como podía: Al Pacino, y entre ellos surgió una gran amistad. Todavía pasarían unos años hasta que compartieran pantalla en el cine. Pero para contar mejor su vida, vayamos a sus trabajos.

EL PADRINO

Las fatídicas naranjas y los Corleone
Antes de conseguir debutar en la gran pantalla, Cazale se fue fogueando en el teatro donde en poco tiempo consiguió críticas muy positivas y hasta un premio. Es en una de estas obras donde le descubre el director de casting de El padrino, aunque quizás la influencia de su amigo Al Pacino también ayudará a tomar la decisión. Sea como fuere, Cazale fue elegido para encarnar al torpe y pusilánime Fredo, hijo mayor del clan Corleone y que poco o nada tenía que ver con sus hermanos menores. La gloria se la llevó Marlon Brando y la revelación fue Al Pacino. En la ceremonia de los Oscars de ese año la gran triunfadora fue Cabaret con ocho premios, pero El padrino, llevándose solo tres, acaparó el de mejor película, mejor guión adaptado y mejor actor principal (Brando). Los tres hermanos de Fredo fueron nominados entre los secundarios, pero Joel Grey se bastó para dejar a los Corleone con un palmo de narices a ritmo de cabaret. Cazale no participaría de las nominaciones, pero escenas como la que destaca la fotografía le hicieron brillar en una cinta con muchos nombres importantes.

LA CONVERSACIÓN

 
Junto a Gene Hackman, vaya dos patas para un banco
A Coppola se le acumula el trabajo y en 1973 se involucra en dos proyectos que acabarían estrenándose un año más tarde. Uno de ellos es La conversación, thriller protagonizado por Gene Hackman (otro del que hablaré en otra ocasión) ambientado en el mundo de los detectives y las escuchas ilegales. El propio Coppola escribió el guión y tal fue la impresión que le dejó Cazale en El padrino que insertó un papel a su medida para incluirle en esta película. La cinta estuvo nominada a tres Oscars, entre ellos el de mejor película y mejor guión original. No se llevó ninguno de ellos, pero es que esta vez el enemigo estaba en casa. Cazale volvió a dejar una gran actuación como ayudante de Hackman, pero los premios seguían sin llamar a su puerta.

EL PADRINO II

Nos partiste el corazón a todos, Fredo
El gran rival de La conversación en los Oscars fue la inevitable secuela de El padrino tras el éxito monumental que tuvo. Si la primera entrega no consiguió muchos premios, esta continuación se alzó con seis Oscars de once nominaciones, entre los que destacan el de mejor película (otra vez), mejor actor principal (de Niro) y esta vez sí, mejor director para Coppola. Pacino, Strasberg y Michael V. Gazzo fueron nominados en el apartado de secundarios, pero la academia de Hollywood volvió a ignorar el trabajo de Cazale y eso que en esta ocasión su trabajo tenía mucha presencia en la pantalla. Personalmente suelo simpatizar con este tipo de personajes perdedores como el de Fredo. Cuando se muestran tan vulnerables y rozando lo patético no puedo evitar sentir lástima por ellos, y aquí Cazale da un recital con las frustraciones de Fredo. Las escenas que comparte con Pacino son espectaculares por lo que ambos actores ofrecen. No me extraña que Pacino asegure que hubiera trabajado siempre con su amigo.

TARDE DE PERROS 

El robo más torpe jamás contado
En 1975, Al Pacino era ya toda una estrella. Mientras para El padrino Coppola tuvo que convencer a la productora para que le dejaran contratar a un semidesconocido, ahora podía permitirse el lujo de hacer la película que quisiera. Todos los directores querían trabajar con él y eso le permitía cierta capacidad para hacer sugerencias. Con Tarde de perros, basada en hechos reales que superan toda ficción imaginable (dos ladrones sin experiencia trataron de atracar un banco para que uno de ellos pudiera pagar la operación de cambio de sexo de su novio), Sidney Lumet le ofreció el papel protagonista, pero para el papel de su compinche tenía en mente a alguien que rondara los 20 años. Pacino convenció a Lumet de que hiciera una prueba a Cazale aunque se saliera de ese perfil. Dicha prueba debió ser espectacular porque hizo que participara de una película que, una vez más, estuvo nominada a mejor película, mejor director y mejores actores secundarios para Pacino y Sarandon. Esta vez ninguno ganó, Alguien voló sobre el nido del cuco arrampló con todo.

EL CAZADOR
Actuó tan bien que no se notaba su enfermedad
Entre película y película Cazale volvía a su otra pasión. Fue en una obra de teatro donde conoció a la que sería su última pareja sentimental. Una joven actriz que estaba empezando y a la que Cazale sacaba catorce años pero de la de que él decía ya entonces que era la mejor actriz del mundo. El nombre de esa chica era Meryl Streep. Pero aunque la suerte le sonreía en lo profesional y sentimental, su salud iba a robarle todo en poco tiempo. En 1977 le diagnosticaron cáncer de pulmón. Tenía 42 años. Michael Cimino lo sabía cuando le contrató para El cazador recomendado por Robert de Niro y donde iba a compartir pantalla con su pareja. Aquí su presencia fue más pequeña puesto que el verdadero protagonismo se lo llevaron principalmente de Niro, Christopher Walken (ganador del Oscar al mejor secundario) y John Savage. Cazale se comportó como el profesional que era, pero cuando los productores descubrieron su enfermedad quisieron sacarle de la película. Meryl Streep amenazó con abandonar la película a medio rodar si eso ocurría. Los productores no tuvieron más remedio que recular ante los costes que eso significaría y la película se terminó de rodar sin mayores incidentes. Ese año, adivinan qué, El cazador fue la triunfadora de los Oscars, llevándose cinco premios entre los que destacan el de Mejor película, Mejor director y Mejor actor secundario. Esta vez Cazale no pudo celebrarlo con sus compañeros. Pocas semanas después de acabar el rodaje, la enfermedad pudo con él y ni siquiera pudo ver su último trabajo estrenado.

En 2009, la cadena americana HBO produjo un documental rindiéndole homenaje llamado I Knew It Was You: Rediscovering John Cazale (en alusión a la famosa frase que Pacino le decía en El padrino II). Canal+ lo emitió en España con el título de Descubriendo a John Cazale, y aunque cuesta un poco encontrarlo disponible en castellano, merece la pena escuchar a Pacino, Streep, de Niro, y Coppola entre otros, por como alaban su trabajo y su persona. También aparecen actores de la talla de Steve Buscemi, Phillip Seymour Hoffman o Sam Rockwell, que viniendo de generaciones posteriores son grandes admiradores de su legado. ¿Quién necesita premios cuando tus compañeros te admiran?



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